lunes, 1 de diciembre de 2014

LUIS ROMERO O EL “LUCHO” ROMERO, COMO TODOS LE RECORDAMOS.

La venganza es un plato que se sirve frío

Alcanzó protagonismo con Basáñez y fama en Peñarol con sus goles clásicos y títulos (¡cómo lo sufrimos!), pero lo que más nos interesa destacar es su historia con relación al Club de sus amores, el Club Nacional de fútbol.
Como tantos otros de los grandes jugadores de nuestro medio, surgió en Sudamérica y hoy pertenece al famoso club de “los olvidados de siempre”. Aunque este no es un olvido cualquiera, es un olvido conveniente, a unos por su supuesta traición y a nosotros por su pasado condenatorio pese a ser hincha de Nacional.
Brilló en los dos equipos más grandes de nuestro fútbol y nunca lo vimos de invitado en ningún programa, claro este conveniente olvido de hinchas y periodistas le ha quitado su condición de Ídolo.
Un cabeceador excepcional, no sólo por su metro 86 cm de altura, saltaba como basquetbolista superando a sus rivales, en muchas ocasiones por un metro o más.

Después de obtener el segundo quinquenio en la historia de Peñarol fue a Italia de la mano de Gregorio Pérez, para luego volver a Peñarol en donde terminó mal, por disputas económicas que derivaron en su embargo al Club por 150.000 dólares adeudados.
La vida muchas veces sorprende con caminos inesperados y el “Lucho” Romero no sería la excepción, después de todas estas disputas con Peñarol llega el Gran Vasco Ostolaza que manifiesta en forma clara su deseo de contar con él y de esa forma se cumple su sueño de la niñez, jugar en Nacional.
Como se decía en una vieja película de 1971 “la venganza es un plato que se sirve frio” y ese plato se sirvió el 5 de diciembre de 2004, fecha en que se disputó uno de los clásicos más emotivos del S.XXI.
Peñarol ganaba con dos goles de “Charly Good”, uno de ellos de tiro libre. Con la fortuna que le caracteriza rebota en un defensa y descoloca a Sebastián Viera.
La reacción comienza en el minuto 22 del segundo tiempo; salen Medina y Alvín y el DT De León manda a la cancha al “lucho” y Raríz. Algo extraño se respiraba en el estadio, había cánticos de un lado y del otro, algo flotaba en el aire y el “Lucho” Romero era el centro de todas las miradas.
No pasaron ni 10 minutos para que Romero lograra el empate para Nacional. Dos goles (min 28 y 36) enloquecían a la parcialidad alba y, como colorario de la supremacía tricolor, en el último minuto el querido “loco” Abreu pone el definitivo 3-2.
Luis Romero se había vengado y cumplido su sueño, saliendo campeón con Nacional en 2005 y 2006.


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